lunes, 16 de diciembre de 2013

RCP

Un corazón adulto late entre 60 y 100 veces por minuto, lo que se conoce como ‘ritmo sinusal normal’. Este patrón regular suministra sangre rica en oxígeno a todo el organismo y está controlado por los nódulos sinoauricular (SA) y auriculoventricular (AV). Los impulsos eléctricos salen del nódulo SA y llegan al nódulo AV. Con su acción combinada, estos nódulos mantienen el ritmo sinusal normal.

El paro cardíaco repentino es una condición que se puede tratar. Para definir el paro cardíaco repentino, es necesario comprender en qué se diferencia de un infarto. Un infarto se produce como consecuencia de la interrupción del flujo sanguíneo al corazón debido a un coágulo formado en una de las arterias coronarias. El paro cardíaco repentino se produce como consecuencia de un funcionamiento irregular del ritmo cardíaco. En lugar de bombear regularmente, el corazón comienza a vibrar de forma incontrolada interrumpiéndose la circulación sanguínea. Esta condición se conoce como fibrilación ventricular.

La muerte tendrá lugar a menos que se administre un tratamiento urgente. La resucitación cardiopulmonar (RCP) y la aplicación de una descarga eléctrica suministrada por un desfibrilador externo automático (DEA) son los únicos medios eficaces para el restablecimiento del ritmo sinusal normal del corazón. La probabilidad de supervivencia se reduce al 5% sin desfibrilación inmediata.

La víctima de paro cardíaco repentino pierde la consciencia de forma inmediata y se desmaya. No se detectan signos vitales:
  • no hay pulso regular
  • no hay respiración
Entre los factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de padecer un paro cardíaco repentino se encuentran los siguientes:
  • Infarto previo
  • Coronariopatía
  • Antecedentes familiares de PCR
  • Cardiopatía congénita
  • Obesidad
  • Diabetes
Sin embargo, el 50% de las personas que sufren un paro cardíaco repentino afirman no haber experimentado previamente síntomas de insuficiencia cardíaca.

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RCP básica en tres pasos:


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