Las úlceras por presión son lesiones cutáneas
que se producen como consecuencia de una falta de irrigación
sanguínea y de una irritación de la piel que recubre una
prominencia ósea, en las zonas en las que ésta ha estado
presionada por una cama, silla de ruedas, molde, férula u otro
objeto rígido durante un período prolongado.
La piel cuenta con una rica irrigación sanguínea
que lleva oxígeno a todas sus capas. Si esa irrigación
se interrumpe durante más de 2 o 3 horas, la piel muere, comenzando
por su capa externa, la epidermis. Una causa frecuente de irrigación
sanguínea reducida en la piel es la presión. El movimiento
normal hace variar la presión, para que la circulación
sanguínea no quede obstruida durante un largo período.
La capa de grasa debajo de la piel, especialmente sobre las prominencias
óseas, actúa a modo de almohadilla y evita que los vasos
sanguíneos se cierren.
Las personas que no pueden moverse tienen mayor
riesgo de desarrollar úlceras por presión. Este grupo
comprende las personas paralizadas, muy debilitadas o recluidas. También
son susceptibles las que no son capaces de sentir malestar o dolor,
señales éstos que inducen al movimiento. La lesión
de un nervio (por una herida, un golpe, diabetes u otras causas) disminuye
la capacidad de sentir dolor. Un coma también puede disminuir
esta capacidad de percepción. Las personas con desnutrición
carecen de la capa de grasa protectora y su piel, privada de nutrientes
esenciales, no cura correctamente. En estas personas además se
ve aumentado el riesgo de desarrollar úlceras por presión.
Si la presión interrumpe el riego sanguíneo,
la zona de piel privada de oxígeno al inicio se enrojece e inflama
y, a continuación, se ulcera. Aunque la circulación sanguínea
quede sólo parcialmente interrumpida, la fricción y otra
clase de daño a la capa externa de la piel también puede
causar úlceras. Los vestidos inapropiados, las sábanas
arrugadas o la fricción de los zapatos contra la piel pueden
contribuir a lesionarla. La prolongada exposición a la humedad puede dañar
la superficie de la piel, haciendo muy probable la úlcera por
presión.
Habitualmente, las úlceras por presión
causan cierto dolor y picor y en las personas con sensibilidad afectada
se pueden desarrollar incluso úlceras graves y profundas sin
que se note dolor.

La prevención
de las úlceras frecuentemente implica la participación
de asistentes y de familiares, además de las enfermeras. La cuidadosa
inspección diaria de la piel de las personas encamadas permite
detectar el enrojecimiento inicial. Cualquier signo de enrojecimiento
señala la necesidad de una acción inmediata para evitar
que se rompa la piel.
Las prominencias óseas pueden protegerse
con materiales blandos, como algodón o lana esponjosa. Se pueden
poner almohadillas a las camas, sillas y sillas de ruedas para reducir
la presión. Quienes no pueden moverse por sí solos deben
ser cambiados de posición con frecuencia; la recomendación
habitual es hacerlo cada dos horas y mantener su piel limpia y seca.
Quienes deben pasar mucho tiempo encamados pueden usar colchones especiales
(llenos de aire o de agua). Para los pacientes que ya presentan úlceras
por presión en distintas partes del cuerpo, el uso de colchones
de aire o de gomaspuma con relieve, puede
disminuir la presión y proporcionar alivio. Los que tienen muchas
úlceras por presión profundas pueden necesitar un colchón
con suspensión de aire.
Tratar una úlcera por presión es mucho
más difícil que prevenirla. Afortunadamente, en sus primeras
etapas, las úlceras por decúbito suelen curarse por sí
solas una vez que se elimina la presión sobre la piel. Mejorar
la salud general tomando suplementos de proteínas y calorías
puede ayudar a acelerar la curación.
Cuando la piel se rompe, protegerla con un apósito
de gasa puede ayudar a curarla. Las gasas cubiertas de teflón
o las impregnadas con gelatina de petróleo tienen la ventaja
de no adherirse a la herida. En caso de úlceras más profundas,
el uso de vendajes especiales que contienen un material gelatinoso puede
favorecer el crecimiento de piel nueva. Si la úlcera parece infectada
o supura, enjuagarla, lavarla suavemente con jabón o usar desinfectantes
como el yodo de povidona puede eliminar el material infectado y muerto.
Sin embargo, limpiarla con demasiada fricción puede retrasar
la curación. En ocasiones el médico necesita eliminar
(desbridar) el material muerto con un escalpelo. En lugar de éste
pueden utilizarse agentes químicos, pero por lo general su efecto
no es tan completo como el que se obtiene utilizando un escalpelo.
Las úlceras por presión son difíciles
de tratar. En algunos casos requieren el trasplante de piel sana a la
zona dañada. Por desgracia este tipo de cirugía no siempre
es posible, especialmente en los ancianos frágiles que presentan
desnutrición. Con frecuencia, si una infección se desarrolla
en lo más profundo de una úlcera se administran antibióticos.
Los huesos situados por debajo de una úlcera se pueden infectar;
esta infección (osteomielitis) es extremadamente difícil
de curar, puede pasar a la corriente sanguínea y extenderse a
otros órganos, haciendo necesario el tratamiento con un antibiótico
durante muchas semanas.
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