SaludNatura
lunes, 16 de diciembre de 2013
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Pulse aquí para ver el documento word sobre la amputación.
Donación de sangre
La sangre es un tejido formado por varios elementos con
características y funciones diferentes, de ahí que se transfundan por
separado a enfermos diferentes. En consecuencia, una única donación de sangre puede beneficiar a más de un enfermo.
Las donaciones de sangre se fraccionan para obtener esencialmente
tres productos: concentrados de hematíes, concentrados de plaquetas y
plasma.
- Los hematíes (glóbulos rojos) transportan el oxígeno desde los pulmones a todos los tejidos del organismo. Su déficit (anemia) provoca una carencia de oxígeno en los órganos vitales de los enfermos. En este caso deben administrarse concentrados de hematíes.
- Las plaquetas intervienen en la coagulación de la sangre impidiendo las hemorragias secundarias en las pequeñas lesiones que habitualmente se producen en las arterias, venas y capilares. Su déficit es frecuente en las enfermedades malignas de la sangre (leucemias) y tras algunos tratamientos del cáncer, provoca la aparición de hemorragias graves. El tratamiento prioritario en estos casos es la transfusión de concentrados de plaquetas.
- El plasma, que es la parte líquida de la sangre, constituido básicamente por agua y proteínas (factores de la coagulación, anticuerpos, albúmina) que intervienen en múltiples procesos metabólicos básicos para el organismo: la coagulación de la sangre, la inmunidad y el transporte de varias sustancias y medicamentos. El plasma se utiliza para elaborar concentrados específicos de proteínas, que constituyen el tratamiento de varias enfermedades: la hemofilia y otros defectos de la coagulación, inmunodeficiencias con riesgo de padecer múltiples infecciones graves, trombosis y otras.
Los grupos sanguíneos son unas sustancias que se encuentran unidas a
la membrana de muchas células de nuestro organismo. Entre estas células
encontramos los hematíes o glóbulos rojos. La presencia de estas
sustancias determina el grupo sanguíneo y la compatibilidad a la hora de
realizar las transfusiones de sangre. Hay muchos grupos sanguíneos, pero los dos más importantes son el grupo ABO y el grupo Rh.
Según su composición encontramos cuatro grupos: A, B, AB y
O. La frecuencia de estos grupos se encuentra en la tabla siguiente:
Grupo sanguíneo | Frecuencia (%) |
---|---|
O | 45 |
A | 40 |
B | 11 |
AB | 4 |
Estos grupos sanguíneos determinan la compatibilidad a la hora de realizar una transfusión de sangre:
Un paciente del grupo: |
Podrá recibir sangre de un donante del grupo: | |||
---|---|---|---|---|
1a. opción | 2a. opción | 3a. opción | 4a. opción | |
AB | AB | A | B | O |
A | A | O | ||
B | B | O | ||
O | O |
Por lo tanto, tal y como se puede observar en la tabla anterior, una persona del grupo AB es un receptor universal, porque puede recibir sangre de cualquier otra persona, mientras que una persona del grupo O es un donante universal, porque puede donar sangre a cualquier otra persona.
En el grupo Rh podemos encontrar: Rh positivo y Rh
negativo. Las personas con Rh positivo sólo pueden donar sangre a las
personas con Rh positivo, mientras que las personas con Rh negativo
pueden donar sangre a todo el mundo, tanto con Rh positivo como
negativo.

Pocos países en el mundo tienen organizado un sistema público de donación de sangre, entre los cuales están Cuba, Argentina, España, Uruguay y Costa Rica. En estos países está prohibida la compra y la venta de sangre, que se considera un recurso público únicamente destinado a instituciones sanitarias para el tratamiento de pacientes y cuya donación es totalmente voluntaria.
En países que no existe tal sistema, la donación es realizada por familiares, o se paga para encontrar un donante.
Para saber más sobre la donación de sangre pulse aquí.
Hemimelia fibular
La hemimelia fibular es una deficiencia longitudinal congénita de
las extremidades caracterizada por la ausencia pacial o completa del
peroné. La prevalencia de la enfermedad se estima en 1/50.000. En
algunos estudios se ha descrito un predominio en hombres, pero en otros
casos se describe una distribución por sexos equitativa.
Dos tercios de
los casos presentan afectación unilateral, con el peroné derecho
afectado más frecuentemente que el izquierdo. La agenesia de ambos
peronés ocurre raramente. La HF puede variar desde una ausencia parcial
de peroné, con apariencia de extremidades aparentemente normal (10% de
los casos), a ausencia total de peroné con acortamiento grave del fémur,
tibia curvada, arqueamiento de las piernas, inestabilidad de la
articulación de la rodilla y del tobillo, y un déficit significativo de
los tejidos blandos. La deficiencia funcional principal está provocada
por la diferencia en la longitud de las piernas, en los casos
unilaterales, o por enanismo asimétrico en los casos bilaterales.
La magnitud de la
deformación tiende a incrementarse con el crecimiento por una importante
limitación de crecimiento dentro del hueso afectado. En ocasiones, la
HF se asocia con el acortamiento congénito de fémur. Pueden darse otras
anomalías esqueléticas. En raras ocasiones,
la HF se asocia a malformaciones esqueléticas: anomalías del ojo como
anoftalmia o anomalías de la cámara anterior del ojo, anomalías
cardíacas, displasia renal, trombocitopenia, esquisis toracoabdominal,
espina bífida y, muy raramente, déficit intelectual. La deficiencia
fibular es una de las manifestaciones del síndrome fémur-peroné-cúbito, y
puede estar presente en algunos trastornos asociados a anomalías
cromosómicas.
La etiología de la enfermedad no está clara.
Probablemente, la deformación está provocada por interrupciones durante
el periodo crítico del desarrollo embrionario de las extremidades, entre
las semanas 4 y 7 del embarazo. Como posibles causas se han sugerido:
disgenesia vascular, infecciones virales, traumatismos, así como
influencias ambientales. En un porcentaje
muy pequeño de casos se ha descrito un historial familiar con un modo de
herencia autosómico dominante y una penetrancia incompleta.

Úlceras por presión
Las úlceras por presión son lesiones cutáneas
que se producen como consecuencia de una falta de irrigación
sanguínea y de una irritación de la piel que recubre una
prominencia ósea, en las zonas en las que ésta ha estado
presionada por una cama, silla de ruedas, molde, férula u otro
objeto rígido durante un período prolongado.
La piel cuenta con una rica irrigación sanguínea
que lleva oxígeno a todas sus capas. Si esa irrigación
se interrumpe durante más de 2 o 3 horas, la piel muere, comenzando
por su capa externa, la epidermis. Una causa frecuente de irrigación
sanguínea reducida en la piel es la presión. El movimiento
normal hace variar la presión, para que la circulación
sanguínea no quede obstruida durante un largo período.
La capa de grasa debajo de la piel, especialmente sobre las prominencias
óseas, actúa a modo de almohadilla y evita que los vasos
sanguíneos se cierren.
Las personas que no pueden moverse tienen mayor
riesgo de desarrollar úlceras por presión. Este grupo
comprende las personas paralizadas, muy debilitadas o recluidas. También
son susceptibles las que no son capaces de sentir malestar o dolor,
señales éstos que inducen al movimiento. La lesión
de un nervio (por una herida, un golpe, diabetes u otras causas) disminuye
la capacidad de sentir dolor. Un coma también puede disminuir
esta capacidad de percepción. Las personas con desnutrición
carecen de la capa de grasa protectora y su piel, privada de nutrientes
esenciales, no cura correctamente. En estas personas además se
ve aumentado el riesgo de desarrollar úlceras por presión.
Si la presión interrumpe el riego sanguíneo,
la zona de piel privada de oxígeno al inicio se enrojece e inflama
y, a continuación, se ulcera. Aunque la circulación sanguínea
quede sólo parcialmente interrumpida, la fricción y otra
clase de daño a la capa externa de la piel también puede
causar úlceras. Los vestidos inapropiados, las sábanas
arrugadas o la fricción de los zapatos contra la piel pueden
contribuir a lesionarla. La prolongada exposición a la humedad puede dañar
la superficie de la piel, haciendo muy probable la úlcera por
presión.
Habitualmente, las úlceras por presión
causan cierto dolor y picor y en las personas con sensibilidad afectada
se pueden desarrollar incluso úlceras graves y profundas sin
que se note dolor.

La prevención
de las úlceras frecuentemente implica la participación
de asistentes y de familiares, además de las enfermeras. La cuidadosa
inspección diaria de la piel de las personas encamadas permite
detectar el enrojecimiento inicial. Cualquier signo de enrojecimiento
señala la necesidad de una acción inmediata para evitar
que se rompa la piel.
Las prominencias óseas pueden protegerse
con materiales blandos, como algodón o lana esponjosa. Se pueden
poner almohadillas a las camas, sillas y sillas de ruedas para reducir
la presión. Quienes no pueden moverse por sí solos deben
ser cambiados de posición con frecuencia; la recomendación
habitual es hacerlo cada dos horas y mantener su piel limpia y seca.
Quienes deben pasar mucho tiempo encamados pueden usar colchones especiales
(llenos de aire o de agua). Para los pacientes que ya presentan úlceras
por presión en distintas partes del cuerpo, el uso de colchones
de aire o de gomaspuma con relieve, puede
disminuir la presión y proporcionar alivio. Los que tienen muchas
úlceras por presión profundas pueden necesitar un colchón
con suspensión de aire.
Tratar una úlcera por presión es mucho
más difícil que prevenirla. Afortunadamente, en sus primeras
etapas, las úlceras por decúbito suelen curarse por sí
solas una vez que se elimina la presión sobre la piel. Mejorar
la salud general tomando suplementos de proteínas y calorías
puede ayudar a acelerar la curación.
Cuando la piel se rompe, protegerla con un apósito
de gasa puede ayudar a curarla. Las gasas cubiertas de teflón
o las impregnadas con gelatina de petróleo tienen la ventaja
de no adherirse a la herida. En caso de úlceras más profundas,
el uso de vendajes especiales que contienen un material gelatinoso puede
favorecer el crecimiento de piel nueva. Si la úlcera parece infectada
o supura, enjuagarla, lavarla suavemente con jabón o usar desinfectantes
como el yodo de povidona puede eliminar el material infectado y muerto.
Sin embargo, limpiarla con demasiada fricción puede retrasar
la curación. En ocasiones el médico necesita eliminar
(desbridar) el material muerto con un escalpelo. En lugar de éste
pueden utilizarse agentes químicos, pero por lo general su efecto
no es tan completo como el que se obtiene utilizando un escalpelo.
Las úlceras por presión son difíciles
de tratar. En algunos casos requieren el trasplante de piel sana a la
zona dañada. Por desgracia este tipo de cirugía no siempre
es posible, especialmente en los ancianos frágiles que presentan
desnutrición. Con frecuencia, si una infección se desarrolla
en lo más profundo de una úlcera se administran antibióticos.
Los huesos situados por debajo de una úlcera se pueden infectar;
esta infección (osteomielitis) es extremadamente difícil
de curar, puede pasar a la corriente sanguínea y extenderse a
otros órganos, haciendo necesario el tratamiento con un antibiótico
durante muchas semanas.
Para saber más pulse aquí.
Psoriasis
La
psoriasis es una alteración del sistema inmunológico que se manifiesta en la
piel y en las articulaciones. Se trata de una enfermedad crónica inflamatoria
con afectación sistémica, para la que de momento no existe curación definitiva.
La enfermedad suele evolucionar a brotes, puede desaparecer durante meses o
incluso años, y volver a aparecer en los mismos sitios del cuerpo o en otros,
alternando períodos con más o menos lesiones con otros sin ellas. No es
contagiosa, pero es hereditaria, ya que existe una predisposición genética a
padecerla (uno de cada tres pacientes con psoriasis tiene algún familiar
afectado), y multifactorial, porque
puede ser desencadenada o exacerbada por diversos factores ambientales o el
estrés.
Las
lesiones más comunes y características de la psoriasis son las llamadas placas.
Estas suelen ser lesiones redondeadas y eritematosas, la piel se enrojece con
motivo de alguna inflamación, con más o menos escamas blanquecinas en su
superficie que se desprenden con facilidad. Hay veces que la enfermedad, en
lugar de escamas, se manifiesta con acúmulos de glóbulos blancos (leucocitos)
que generan pus, lo que se conoce como pústulas. Otro de los síntomas de esta
enfermedad es el fenómeno de Koebner, que se caracteriza por la aparición de
lesiones propias de una determinada dermatosis en las zonas de presión o
traumatismo. Un mismo paciente puede tener varias formas clínicas de psoriasis
a lo largo de la vida, pero según la zona donde se localicen las lesiones se
pueden distinguir distintos tipos de psoriasis.
Es una enfermedad autoinmune, se produce porque los linfocitos T,
células que contiene la sangre para la defensa del cuerpo contra las
infecciones, se activan indebidamente. Esta activación produce una
vasodilatación, lo que se manifiesta con el típico color rojo de las lesiones
y, por otro lado, desencadena un incremento de las células de la capa inferior
de la epidermis, las encargadas de ir renovando la piel. Este proceso de
recambio celular suele durar entre 28 y 30 días, pero en las personas con
psoriasis se reduce a tres días, motivo por el cual aparecen las escamas
blanquecinas y se produce una descamación exagerada.
La psoriasis es una enfermedad sistémica que puede desencadenar en
otros problemas de salud. En los últimos años se ha demostrado que la psoriasis
moderada o grave se asocia a otras amenazas como la dislipemia, diabetes e
hipertensión arterial. Son una serie de comorbilidades que aumentan el riesgo
de sufrir enfermedades cardiovasculares como la arteriosclerosis y, como
consecuencia de ella, el infarto de miocardio. La patología más asociada a la
psoriasis es la artritis psoriásica, una enfermedad que añade dolor,
inflamación y dificultad de movimiento de las articulaciones.
Existen tratamientos muy efectivos que modulan el sistema
inmunitario y que permiten controlar la enfermedad. El tratamiento
siempre debe ser individualizado, según el patrón de presentación y la gravedad
de los síntomas, y sin olvidar las circunstancias personales, socioeconómicas,
laborales, psicológicas y familiares de cada paciente. La consulta de
enfermería de atención primaria se basa en varios objetivos para cubrir las
necesidades de salud del paciente con psoriasis:
- Conocer las necesidades de salud de una persona con psoriasis.
- Proponer una valoración que asegure la revisión de los aspectos susceptibles de alterarse.
- Completar y mejorar la calidad asistencial de estos pacientes, en atención primaria, a través del diseño de un Plan de Cuidados.
Una gran variedad de tratamientos han sido desarrollados con la
finalidad de controlar y reducir los síntomas, pero la terapia tópica es sin
duda el tratamiento de elección. En los casos en los que la enfermedad es
severa o inestable se opta por una terapia más agresiva como el tratamiento
sistémico o la fototerapia.
La finalidad de estos tratamientos es mejorar la calidad de vida del paciente con psoriasis, reduciendo principalmente los síntomas de picor, xerosis (sequedad de piel) y tirantez, a la vez que el número y duración de los brotes.
Si quiere saber más pulse aquí.
La finalidad de estos tratamientos es mejorar la calidad de vida del paciente con psoriasis, reduciendo principalmente los síntomas de picor, xerosis (sequedad de piel) y tirantez, a la vez que el número y duración de los brotes.
Si quiere saber más pulse aquí.
Presentación slideshare sobre la psoriasis:
Amputación
La amputación es un procedimiento quirúrgico que comprende la
extirpación de una extremidad/miembro (brazo o pierna) o parte de un
miembro (como un dedo del pie, de la mano, un pie o una mano), en
general como consecuencia de una lesión, enfermedad, infección o cirugía
(para la extirpación de tumores de los huesos y músculos). En Estados
Unidos, aproximadamente 1.8 millones de personas han tenido
amputaciones. La amputación de la pierna es el tipo de procedimiento de amputación que se realiza con
más frecuencia.
La causa más frecuente de amputación es una mala circulación. El
estrechamiento y el daño a las arterias provoca la falta de circulación, esto se conoce también como enfermedad arterial periférica.
Aproximadamente entre 8 y 12 millones de personas tienen enfermedad
arterial periférica y el 75 por ciento
no presenta síntomas. La enfermedad arterial periférica, que se presenta
con mayor frecuencia en personas entre 50 y 75 años de edad,
generalmente es consecuencia de la diabetes o de la aterosclerosis. Cuando los vasos
sanguíneos se dañan y el flujo sanguíneo se deteriora en las
extremidades, el tejido comienza a morir y puede infectarse.
La enfermedad arterial periférica avanzada generalmente se trata
mediante otros métodos. No obstante, es posible que sea necesaria una
amputación en algunas personas. La enfermedad vascular periférica con o
sin diabetes es la indicación más común de amputación. Las causas
relacionadas con la enfermedad vascular periférica constituyen hasta un
90 por ciento de todas las amputaciones.
Otras indicaciones de amputación incluyen una lesión traumática, como
una quemadura grave o un accidente, o un tumor cancerígeno en una
extremidad. Un traumatismo es una de las principales indicaciones de
amputaciones en personas más jóvenes. También puede realizarse una amputación en caso de infecciones agudas
o crónicas que no respondan a los antibióticos o desbridamiento
quirúrgico. En algunos casos, es
posible que se realice un procedimiento de amputación debido a un
neuroma, congelación, u obstrucción arterial.
Los pacientes con diabetes, afecciones cardíacas, o infecciones
presentan un mayor riesgo de tener complicaciones en una amputación que
las personas que no presentan estas condiciones. Las lesiones
traumáticas graves aumentan el riesgo de complicaciones. Además, es más
probable que las personas a las cuales se les realiza una amputación por
encima de la rodilla tengan un estado de salud deteriorado, con lo
cual, estas cirugías pueden ser más riesgosas que las amputaciones por
debajo de la rodilla.
Al igual que con cualquier procedimiento quirúrgico, pueden surgir
complicaciones. Algunas complicaciones posibles que pueden presentarse
específicamente con un procedimiento de amputación incluyen deformidad
de la articulación, hematoma, infección, abertura de la herida, o necrosis. La trombosis venosa profunda y la embolia pulmonar constituyen un
riesgo después de una amputación principalmente debido a la
inmovilización prolongada después de la cirugía.
Es posible que existan otros riesgos dependiendo de su estado de salud específico.
Para más información pulse aquí.
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